Y dime ¿Dónde estás ahora?
¿Con quién estás? ¿Piensas en mí? ¿Aún se cruza mi nombre, mi rostro y el roce
de mi piel en tus recuerdos? Hace frío y estás lejos. Tan cerca a la vez. Sientes
el clima frió? A dónde irás después? Dime, y cuando tu cuerpo pide calor, lo
buscas en otro lado? No quieres escucharme a mí y ver mi rostro extasiado sobre
tu cuerpo y bajo tus manos? Y dime, en qué piensas ahora? Las horas corren, el
tiempo pasa, las noches mueren, hace frió pero aún no llueve. Te extraño. A pesar
de las heridas te extraño. Loca, tal vez, pero te extraño. No sé qué es lo que
extraño. Tu voz, tu mirada, tus besos, tus labios, tus manos, tus caricias, tus
charlas, extraño todo de ti antes que el sexo. Eso era complementario. Extraño
tus ojeras, las cicatrices de tus manos, extraño esos blancos cabellos que la
edad comenzaba a regalarte, tus abrazos, tu dormir y descansar conmigo al lado.
_Aún hace frío, con quién
estarás al lado? Aún sigues en el trabajo? Estás en tu casa? Con quién? Solo
piensas en ir a comer y dormir, descansar? Y dime. En estas noches de soledad,
a quién has de extrañar? A mí, o a alguien más? Parezco obsesiva, tu imagen se
mezcla constantemente en mi pensar. No eres perfecto, las arrugas se comienzan
a notar, en tu melena negra las canas van ganando lugar, un físico poco
trabajado casi insípido y con una panza inminente que comienza a asomar, una
forma contrariada y rebelde de pensar, esa maldita manía de todo querer
controlar, esa necesidad de no querer ni a nadie necesitar. Y sin embargo la
única persona que me supo escuchar, oír, contener, abrazar. Sé que no eres
perfecto, pero quise quedarme y supe quererte por lo bueno que me supiste dar,
aprendí a ver lo bueno antes que los defectos. Y ahí, aceptando tu
humanidad con lo malo y lo bueno es
donde realmente se comienza a amar.